AUTOESTIMA

martes, 16 de marzo de 2010

EL PERDON


Hay dos tipos de acción de perdonar: Cuando nosotros pedimos perdón por nuestras ofensas y cuando tenemos que perdonar a alguien.

En ambos casos surge la Gracia de la humildad - que si bien es una Gracia de Dios, también podemos nosotros hacer algo para abrirnos para recibirla.

Desde el punto vista de la lógica, es importante ponernos en los zapatos de la otra persona - o de nosotros mismos - y ver porqué razón surgió la ofensa. ¿Puede ser un malentendido? ¿Puede ser algo que se hizo sin intención de ofender, pero que por alguna razón no salió muy bien? ¿Puede que estemos respondiendo a una opinión subjetiva y desconozcamos bien los hechos y las motivaciones?

En este proceso de lógica, de conocer los hechos, surge también otra herramienta del proceso: La reconciliación. Conciliar lo que pasó, explicar qué fue lo que ocurrió - que fue lo que tú viste y que yo no vi. Comunicar y entender las dos posiciones. A veces la única reconciliación que es posible, y que puede ser muy buena, es acordar que no estamos de acuerdo.

Creo que cuando alguien da el paso a esa reconciliación, es una seña hermosa del proceso de perdón. Es importante reconocer la voz de Jesús en nuestro corazón quien siempre nos dirá qué hacer, cómo explicar al otro nuestra ofensa.

Pero para poder lograr este proceso que nos involucra totalmente, la oración, la meditación, nos suaviza al mismo tiempo que nos hace firmes; nos presenta las sombras bajo el espectro de la luz. En el proceso del perdón no hay lugar para insultos, para hablar fuerte, para gritarle al otro, para humillarlo, despreciarlo o ridiculizarlo.

Cuando somos ofendidos la ofensa nos pega más en las emociones - por lo que el poder de la meditación nos ayuda a estabilizar esas emociones quitando el telescopio o el microscopio de nuestra percepción. Al ver claramente, podemos ser compasivos, amables y muy importante, ayudarnos a crecer.

El proceso de reconciliación y de perdón nos purifica y nos guía por el camino al que somos llamados. Este proceso en si es un arte - requiere destreza, práctica, sutilidad y plena conciencia de que si somos perdonados-amados, nosotros también podemos aprender - transformar el perdón en un arte.

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