El extracto lípido de mejillones de labio verde neozelandés muy rico en ácidos grasos poliinsaturados y carotenoides ha demostrado ser muy beneficioso para la salud, especialmente en los procesos inflamatorios crónicos. Más de una veintena de estudios clínicos lo avalan. Actualmente se recomienda para tratar el dolor y la inflamación en casos de osteoartritis, artrosis, artritis reumatoide, asma y otras dolencias que implican respuestas inflamatorias excesivas. Según algunos estudios su capacidad antiinflamatoria es entre 100 y 200 veces superior a la del aceite de pescado y otras sustancias naturales. Y sin los efectos negativos de los analgésicos y antiinflamatorios farmacológicos.
A nadie se le escapa hoy que los analgésicos y antiinflamatorios sintéticos que se recetan para combatir el dolor y la inflamación en osteoartritis, artrosis, artritis reumatoide, asma y otras dolencias que implican respuestas inflamatorias excesivas por parte del organismo producen con frecuencia efectos secundarios adversos que pueden empeorar el estado general del paciente .
No es pues de extrañar que en los últimos años se buscaran alternativas más eficaces -y, sobre todo, más seguras- y se volviera la vista de nuevo hacia los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, durante largo tiempo considerados la opción más eficaz para tratar las inflamaciones y que se dejó un tanto de lado porque el tratamiento terapéutico requería una ingesta importante para ser eficaz con la rapidez que exigen algunas patologías. Sin embargo, hoy existen afortunadamente productos naturales muy ricos en omega-3 que han resuelto el problema. Son los casos de los aceites de foca, pescado, algas, lino y, sobre todo, del Aceite de Krill NKO que obtiene la empresa Neptune Technologies & Bioressources y del LipoEsar, un compuesto lipoproteico extraído de un pescado marino parecido a la sardina que se captura en el Atlántico norte -el S. Pilchardus- y se elabora mediante procesos biotecnológicos no desnaturalizantes. De todos ellos hemos hablado ya en este blog.
Posibilidades excelentes a las que ahora se une un nuevo producto procedente de las aguas de los mares australes y que no es sino un extracto lípido que se obtiene de un mejillón, en concreto del Perna Canaliculus o mejillón de labio verde que se produce en Nueva Zelanda y que según una veintena de estudios clínicos llevados a cabo en diversas universidades es ¡unas 200 veces! más eficaz que el mejor de los aceites de pescado y entre 100 y 200 veces más potente como antiinflamatorio que otras sustancias naturales a las que se atribuyen también propiedades antiartríticas incluyendo las cápsulas que contienen polvo de este mismo mejillón. Y sin provocar efectos secundarios indeseados ni reacciones alérgicas de ningún tipo.
Un aceite que ya se puede encontrar en las herboristerías de España y de media Europa además de en Australia, Japón, Israel, Corea del Sur y Estados Unidos en forma de cápsulas.
EL SECRETO DE LOS MAORÍES
El interés científico por el mejillón de labio verde se remonta a hace poco más de 30 años cuando se comprobó que las tribus maoríes de la costa de Nueva Zelanda que consumían grandes cantidades de estos moluscos crudos presentaban una incidencia de casos de artritis y otras enfermedades inflamatorias muy baja en comparación con los maoríes que habitaban en las regiones interiores del país y con los neozelandeses de origen europeo y, además, gozaban de muy buena salud en general. El hecho llamó la atención de diversos investigadores -no sólo del país sino de Australia, Reino Unido y Japón- que decidieron profundizar en las virtudes que, suponían, debía tener dicho molusco. Y no tuvo que pasar mucho tiempo para que constataran que dichas bondades terapéuticas se debían a la excepcional composición del perna canaliculus -muy rico en ácidos grasos y en carotenoides, como veremos a continuación- por lo que desde entonces sus esfuerzos se centraron en elaborar distintas preparaciones con las que hacer estudios clínicos para demostrar su eficacia terapéutica en los procesos inflamatorios.
Los primeros productos serían preparaciones en polvo de mejillón seco pero los investigadores comprobaron pronto que en el proceso de preparación los principios activos desaparecían en gran medida con la exposición al calor y al oxígeno. Además el producto final olía bastante mal. Tiempo después se lograría un extracto de polvo seco que no olía tan mal y con él se llevó a cabo el primer estudio clínico importante -lo dirigieron los doctores Robin y Sheila Gibson, investigadores del Hospital Homeópatay del Departamento de Cirugía del Hospital Victoria en Glasgow (Escocia)- que demostraba que el extracto de polvo del perna canaliculus tiene un efecto terapéutico sustancial en ciertas formas de artritis aunque no se pudieron aislar sus componentes activos. Ya en 1992 otro investigador, el doctor Henry Betts -científico principal del Laboratorio de Investigación de Reumatología del Hospital Reina Isabel en Adelaida (al sur de Australia)- descubrió que algunas de las sustancias del mejillón de labio verde en polvo eran las de mayor poder antiinflamatorio de cuantas tenía en su laboratorio. Sin embargo, debido a que el sistema de extracción de las sustancias no era el más adecuado tampoco en este caso eran lo suficientemente puras como para que Betts pudiera identificarlas.
Pues bien, tales inconvenientes se solventarían cuando los investigadores desarrollaron un proceso exclusivo de extracción hoy patentado -conocido como Extracción de Fluidos Supercrítico con CO2- con el que pudieron aislar, concentrar y estabilizar los lípidos activos de ese mejillón y así retenerlos para producir los beneficios deseados sobre la salud de manera consistente. Pero antes de centrarnos en la explicación del peculiar y patentado proceso de elaboración de Lyprinol -que es el producto final- cabe decir que los mejillones con los que se elabora son cultivados en las prístinas aguas del parque nacional marítimo de Marlborough Sound en Nueva Zelanda, celosamente protegidas por el Gobierno. Además se da la circunstancia de que el plancton del que se alimentan estos moluscos está sometido a mayores niveles de radiación solar que el que habita en otras aguas del planeta por lo que este plancton en concreto produce altos niveles de antioxidantes para protegerse de los efectos dañinos de tal cantidad de radiación. Y cuando los mejillones de labio verde cultivados en la zona ingieren ese plancton absorben a su vez ese "mecanismo de protección" y se convierten en portadores de esos antioxidantes. Y es que eso de "somos lo que comemos" también es aplicable a los mejillones de labio verde cultivados en las aguas de Oceanía.
Añadiremos que es tal el grado de protección de esta zona marítima por las autoridades neozelandesas que incluso los barcos que se encargan de recoger los mejillones son específicamente equipados y sellados para no contaminar las aguas. Una vez en ellos y debidamente refrigerados los moluscos llegan a la centrifugadora de la fábrica en menos de dos horas y pasan por una serie de procesos que permiten conseguir -mediante un ácido estabilizador procedente de fruta natural- un polvo que luego es congelado en seco. Después ese polvo se lleva al laboratorio y de él -mediante dióxido de carbono líquido y sometiéndolo a temperaturas de
Desde entonces una veintena de estudios clínicos han demostrado que los excepcionales componentes de este extracto de aceite de mejillón de labio verde lo convierten en un antiinflamatorio altamente efectivo para el alivio de los síntomas de la artritis, el asma y otros tipos de inflamaciones. ¿Y cuáles son los extraordinarios ingredientes de ese mejillón? Pues básicamente ácidos grasos poliinsaturados y antioxidantes. Veámoslo más despacio.
POTENTE ANTIINFLAMATORIO
¿Y cuál es la clave de su eficacia?, suponemos se preguntará el lector. Pues su capacidad para inhibir dos vías distintas de respuesta inflamatoria -la lipooxigenasa y la ciclooxigenasa- que pone en marcha el organismo. Pero vayamos por partes. Todos, alguna vez en nuestra vida, hemos sufrido la inflamación de alguno de nuestros tejidos (por una rotura ósea, por un corte, por una quemadura, por un microorganismo, por una reacción de hipersensibilidad a alguna sustancia, por una alteración vascular, etc.) y conocemos perfectamente sus síntomas: hinchazón, calor, dolor, enrojecimiento, rigidez o pérdida de movilidad cuando se produce en una articulación, etc. Lo que dice la literatura científica es que la inflamación (del latín inflammatio, encender, hacer fuego) es una respuesta inespecífica frente a una agresión física, química o biológica que sufre el organismo y está generada por agentes inflamatorios como las ya mencionadas prostaglandinas-que producen vasodilatación, fiebre y dolor-, los tromboxanos -que generan agregación plaquetaria y vasoconstricción- y los leucotrienos -que son agentes broncoconstrictores y promueven la adherencia leucocitaria y la quimiotaxis en el lugar de la lesión-. Una respuesta inflamatoria que tiene lugar sólo en tejidos conectivos vascularizados y cuyo fin es aislar y destruir el agente dañino así como reparar el tejido u órgano dañados mediante el acúmulo de fluidos y leucocitos en el espacio extravascular de la zona en cuestión. El problema pues sólo surge cuando esa respuesta defensiva y de protección se mantiene durante meses, cuando se convierte en una circunstancia crónica o cuando se dirige tanto hacia agentes dañinos como a elementos no dañinos de manera que se acaban generando lesiones en tejidos u órganos que estaban sanos. Por tanto, en el contexto correcto, la habilidad del cuerpo para producir inflamación es realmente positiva y fundamental para la buena salud del organismo pero, como se suele decir, mucho de algo bueno puede convertirse en un problema. Es el caso de dolencias como la artritis reumatoide, la osteoartritis, el asma o los estados hipersensibles que preceden al shock anafiláctico, causadas por respuestas inflamatorias indeseadas.
Pues bien, como hemos dicho existen dos vías metabólicas responsables de la inflamación en el organismo: una es la vía LOX (lipooxigenasa) y otra es la vía COX (ciclooxigenasa). Ambas se ponen en marcha tras una agresión al organismo -o tras lo que el organismo considera una agresión- a partir de un conocido ácido graso insaturado: el ácido araquidónico. Se trata de un omega-6 que por oxigenación forma sustancias nuevas que ayudan a desencadenar y mantener la inflamación. En el caso de la vía LOX esas sustancias neoformadas son los leucotrienos mientras que la vía COX produce prostaglandinas y tromboxanos. Y cuando una de estas vías -o las dos- funciona mal, produciendo una cantidad excesiva de estas sustancias, se forma una inflamación indeseable (por ejemplo, las personas que padecen enfermedades autoinmunes producen demasiados leucotrienos). Es entonces cuando al paciente se le recetan antiinflamatorios sintéticos como el ibuprofeno, el naproxeno o la aspirina que, en el mejor de los casos, logran inhibir la vía ciclooxigenasapero -además de provocar serios efectos secundarios- no actúan sobre la otra vía inflamatoria. De ahí que se lanzara al mercado una nueva clase de medicamentos que se llaman antileucotrienos -para tratar, por ejemplo, el asma- aunque con las mismas limitaciones: en este caso no corrigen la actividad COX y también producen efectos secundarios importantes.
En suma, la situación es la siguiente: existen en el mercado fármacos que tienen una eficacia antiinflamatoria limitada y que producen reacciones negativas graves en el organismo pero que se siguen prescribiendo como la única solución para aliviar los procesos inflamatorios. Y sabido esto se puede valorar en su justa medida la extraordinaria importancia de este milagro marino que es el extracto lípido de mejillón de labio verde, el único producto natural conocido -que sepamos- cuyos principios activos logran inhibir al mismo tiempo ambas vías inflamatorias; y sin provocar efectos secundarios. Y es que cada uno de sus principios tiene efectos diferentes sobre dichas vías inflamatorias. Por ejemplo, los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA contrarrestan en el interior del organismo la actividad pro-inflamatoria de los ácidos omega-6. Por tanto, su mera presencia evita la producción excesiva de sustancias pro-inflamatorias. Además un particular ácido graso omega-3 ETA presente en este mejillón -el tetraenoico- es virtualmente idéntico al ácido araquidónico y consigue "engañar" al organismo que, en este caso, no pone en marcha la formación de nuevas sustancias pro-inflamatorias como sí haría el verdadero ácido araquidónico. El resultado es una poderosa combinación de sustancias que inhiben el metabolismo inflamatorio en sus dos vías y ésa es la razón de que basten pequeñas cantidades de este extracto lípido para obtener efectos antiinflamatorios.
Además se trata de un producto completamente seguro aún tomándolo durante largos periodos de tiempo y la ausencia de efectos secundarios es un sorprendente contraste respecto a los frecuentes y potencialmente graves efectos secundarios que producen los medicamentos antiinflamatorios sintéticos que van desde diarreas o estreñimiento a vértigos pasando por somnolencia, gases, vómitos, náuseas, mayor susceptibilidad a quemaduras solares, problemas estomacales -incluso úlceras-, dolor de cabeza, problemas cardiovasculares y hasta la muerte, como ya hemos mencionado.
Y tampoco hay riesgo de sobredosificación. Diversos investigadores de Australia trataron de inducir en ratones algún tipo de reacción negativa suministrándoles dosis elevadas del extracto y no lograron causarles ningún efecto secundario más allá de alguna náusea. Tampoco causa reacciones en personas alérgicas a los derivados marinos o a los moluscos porque no contiene ni proteínas ni carbohidratos, alimentos que clásicamente inducen las alergias. Y como no lleva sal pueden tomarlo sin riesgo las personas que sufran de hipertensión o sigan una dieta baja en sodio. En suma, se trata de un producto terapéuticamente eficaz y seguro para tratar cualquier proceso inflamatorio. Eso sí, por precaución se recomienda que las embarazadas o los niños menores de 3 años lo tomen sólo después de consultar con un profesional de la salud.
Terminamos indicando que los efectos de su ingesta suelen empezar a notarse entre las 2 y las 6 semanas de iniciado el tratamiento siempre y cuando se tome de forma regular y diaria. Eso sí, no confunda el extracto lípido marino del mejillón de labio verde con otros productos a base de polvo de mejillón de labio verde. Aunque se obtienen del mismo molusco son productos diferentes y, por ende, sus posibilidades terapéuticas. Baste indicar que se necesitan 24.000 mg de polvo para conseguir la misma cantidad de principios activos que 200 mg de extracto lípido. Huelga decir, por tanto, que lo más indicado es optar por la presentación en forma de aceite.
Propiedades del extracto lípido del mejillón de labio verde:
Reduce el edema.
Alivia el dolor provocado por la inflamación.
Mejora y/o previene los síntomas alérgicos.
Beneficia la salud articular, respiratoria y cardiovascular.
Protege la piel.
Apoya las funciones cerebrales.
Puede atenuar la depresión.
Ayuda a reducir el riesgo de enfermedad coronaria.
Contribuye a una mejora de la salud en general.
Indicaciones del extracto lípido de mejillón de labio verde
Las evidencias clínicas apuntan que es terapéuticamente eficaz en el tratamiento de las alergias respiratorias, el asma, la estenosis bronquial, la artritis reumatoide, la gota y la osteoartritis. Y se está estudiando si es de utilidad en colitis ulcerosa, dismenorrea, dolores menstruales, enfermedad de Crohn, espondilitis anquilosante, lupus, problemas cardiovasculares, psoriasis y rinitis alérgica.
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