Umami el quinto sabor.
Aparte del dulce, salado, ácido y amargo existe un quinto
sabor, llamado umami, palabra japonesa que significa sabroso o gustoso. Y está
en más alimentos de los que te imaginas.
Este sabor se debe sobre todo a una molécula muy conocida
por los químicos y biólogos: el ácido glutámico (o glutamato cuando se ioniza),
que es uno de los aminoácidos que forman parte de las proteínas y además, un
neurotransmisor. Pero también dan este sabor los ribonucleótidos como el
monofosfato de guanosina (GMP) y el monofosfato de inosina (IMP).
El sabor umami serviría para reconocer alimentos ricos en
proteínas y aminoácidos, al igual que el sabor dulce sirve para detectar los
que tienen sacarosa y glucosa (alimentos ricos en energía), el salado para
asegurar el correcto balance de electrolitos y los sabores amargo y ácido para
protegernos contra la posible ingesta de alimentos tóxicos, en mal estado, nocivos
o envenenados. Este sabor sería como un agradable sabor cárnico o a caldo que
deja una sensación prolongada y que cubre toda la lengua y además induce la
salivación. Su efecto fundamental es la capacidad de equilibrar y redondear
todo el sabor de un plato, ya que potencia y realza el sabor agradable de una
gran cantidad de alimentos. El glutamato en su forma ácida (ácido glutámico)
tiene un sabor a umami suave, mientras que las sales del ácido glutámico, los
glutamatos, se ionizan fácilmente para proporcionar el característico sabor a
umami. ¿Y qué alimentos presentan un contenido rico en glutamato y por lo tanto
dan sabor umami? Pues muchos de ellos se usan en la cocina como potenciadores
del sabor. Si tú enriqueces y no cueces, estás usando el sabor umami. Los
quesos curados (sobre todo el parmesano), el jamón serrano, la carne cruda, las
anchoas, espárragos, salsa de soja y salsas de pescado del sudeste asiático
(también en el antiguo garum romano), el alga kombu (Laminaria japonica),
espárragos, tomates, champiñones, espinacas, té verde y muchas frutas maduras
tienen altos niveles de glutamato, GMP o IMP.
En la cocina, cada vez se usa más el glutamato como
potenciadores de sabor y forman parte de los famosos E que vemos muchas veces
en los productos. El E620 es el ácido glutámico; el E621 es el glutamato
monosódico; el E622, el glutamato monopotásico; el E623, el calcio diglutamato;
el E624, el glutamato monoamónico y el E625, el magnesio diglutamato. El E621,
el glutamato monosódico o GMS, está además asociado con el conocido como
Síndrome del restaurante chino, que provoca una serie de síntomas como migraña,
rubor, sudor y/o gases. No se sabe a ciencia cierta si es éste el que lo
produce, pero también se ha visto en personas que no toman alimentos con GMS
como aditivo pero sí alimentos que lo llevan de forma natural, como pizza con
tomate, champiñones, anchoas, espinacas y queso parmesano, por ejemplo.
Se pensaba que existía un mapa de sabores en la lengua (la
primera imagen de este artículo) y que cada zona podía reconocer cada uno, pero
estudios recientes demuestran que las células con los receptores para los
sabores (TRCs de sus siglas en inglés, Taste-Receptor Cells) están en todas las
partes de la lengua. Los receptores para los sabores son de distintos tipos
pudiéndose clasificar en:
GPRCs (Receptores acoplados a proteínas G). Estos receptores
son proteínas transmembrana con una dominio externo que une al ligando, en este
caso la molécula que provoca el sabor, y otro dominio interno que en este caso
está asociado a proteínas G. La unión del ligando al receptor provoca un cambio
conformacional que provoca una cascada de señalización al activar las proteínas
heterotriméricas G que provocan finalmente la producción de mensajeros
secundarios y provocan la respuesta. A este grupo pertenecen los receptores de
los sabores dulce, umami y amargo.
Receptores T1Rs que son los T1R1, T1R2 y T1R3. Estos
receptores se unen dando lugar a 3 combinaciones: T1R1+3, T1R2+3 y T1R3 solo.
La combinación T1R2+3 da lugar al receptor del sabor dulce.
La combinación T1R1+3 da lugar al receptor del sabor umami.
El receptor T1R3 por sí solo detecta altas concentraciones
de azúcares pero no el sabor dulce.
Receptores T2Rs son un grupo donde hay un número variable de
receptores (desde 21 en el perro a 42 en ratas) que se expresan en la misma TRC
(células con los receptores para los sabores) y reconocen los sabores amargos.
Canales TRP (Transient Receptor Potential) como el detectado
para el sabor ácido PKD2L1. Los receptores para el sabor salado y ácido aun no
son muy conocidos y se cree que pueden ser canales de membrana especializados
en transportar iones Na+ y H+.
Un grupo de mamíferos donde se han estudiado los receptores
para los sabores son el Orden Carnivora. Este es un buen grupo para este
estudio ya que incluye especies carnívoras estrictas como los felinos,
omnívoras como los osos (el polar es carnívoro estricto) o herbívoros como el
panda. También se ha estudiado en especies que viven y se alimentan en el agua
como el león marino y el delfín nariz de botella, pero que no están
emparentadas estrechamente.
Se ha comprobado que los felinos (se ha visto en gatos,
tigres y guepardos), pinnípedos (el grupo de las focas, morsas y leones
marinos), hienas y algunas especies de nutrias no detectan el sabor dulce
porque presentan mutaciones en el gen Tas1r2, el gen que codifica el receptor
T1R2. Recordemos que la combinación de T1R2 y T1R3 es la que sirve para
detectar el sabor dulce. Esto también ocurre en pollos, caballos, una especie
de rana y los vampiros. El caso del vampiro es curioso porque tiene mutados los
3 genes Tas1r, y es incapaz de percibir ni el sabor dulce ni umami, al igual
que le ocurre al delfín y el león marino. El gen Tas1r1, que codifica el
receptor T1R1 que percibe el umami, está ausente o mutado en la mayoría de
murciélagos ya que muchos de ellos son insectívoros o frugívoros. Y lo mismo
ocurre con el oso panda. Debido a su estricta dieta a base de bambú, tiene
mutado Tas1r1, pero es curioso que otras especies herbívoras como el caballo o
la vaca, tienen el gen intacto, aunque no se ha comprobado si es funcional.
El genoma del delfín se utilizó para buscar los genes de los
receptores T2Rs, se encontraron 10 genes pero todos ellos estaban mutados y
daban proteínas no funcionales, así que los delfines serían incapaces de
detectar el sabor amargo, el umami y el dulce. Posiblemente en el agua, el
sentido del gusto no sea de mucha utilidad.
Poco a poco se va avanzando e indagando en este interesante
mundo y vemos que la dieta de muchos animales depende de los receptores para
los sabores. ¿O se perdieron estos receptores debido a la dieta? La respuesta
puede que la tengamos muy pronto.
Víctor Tagua
Referencias
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