AUTOESTIMA

miércoles, 14 de julio de 2010

VITAMINAS DE FRASCO

LA CARA OCULTA DE LAS VITAMINAS (EN PASTILLAS)

IMAGELIBRARY

Los suplementos alimenticios se venden como la panacea. Para combatir el cansancio, reducir la grasa, luchar contra el envejecimiento... Y, sin embargo, los últimos estudios cuestionan sus propiedades benéficas. Es más: pueden ser contraproducentes.



Diana, de 43 años, se mueve por la cocina todavía con sueño y, antes del café, se acerca a la estantería llena de botes y se traga dos pastillas: una de vitamina C y otra de magnesio. No tiene especiales problemas de salud, aunque tiene una vida estresante, como muchos. Por eso, los toma desde hace daños sin indicación médica. «Me ayudan a mantener el ritmo. No tomo siempre las mismas. Después de todo, no hacen daño», dice.


¿Será cierto que le sirven de algo? Y, sobre todo, ¿que no le hacen daño? Vitaminas (A, B, C, D, E, K...), minerales (calcio, cromo, flúor, magnesio, cobre, selenio, cinc), aminoácidos, fibras y extractos de plantas y hierbas constituyen un floreciente mercado en plena expansión. En Europa, el negocio de los suplementos alimenticios mueve unos 2.000 millones de euros al año. La venta en España supera cada año los 100 millones de euros, cifra pequeña comparada con el Reino Unido o Alemania, que superan los 500.


Está claro que cuando el aporte de vitaminas (13 en total) es insuficiente, se puede caer enfermo, pero ¿es realmente necesario ingerirlos fuera de los alimentos? Los expertos coinciden en que no hay pruebas científicas de que sirvan de algo en cantidades superiores a las garantizadas por una dieta sana y equilibrada. Hoy se come más y mejor, al menos en el mundo occidental, y también han mejorado las características de los alimentos transformados. Por tanto, no existe ninguna prueba de que la mayor parte de la población tenga carencia de vitaminas.


Y, sin embargo, la costumbre de tomar estos suplementos de vitaminas y minerales está tan difundida como para afectar también a los más pequeños. Un reciente estudio de la Universidad de California advierte de que el 34 por ciento de los niños entre 2 y 17 años tomó suplementos de vitaminas o minerales, pese a tener un estilo de vida sano y una dieta adecuada. Y eso que abusar de ellos no está libre de riesgos: ingeridos en grandes cantidades pueden causar náuseas, vómitos, dolores abdominales e, incluso, daños renales.


Cuando entre los años sesenta y setenta se realizaron los primeros estudios de cáncer a gran escala, quedó claro que una dieta rica en verduras podía reducir el riesgo de contraer la enfermedad. Entonces hubo quien pensó que los suplementos de vitaminas y minerales podrían ser la panacea para quienes eran poco dados al brócoli, el pescado y el pan integral. Los estudios llevados a cabo desde entonces han eliminado cualquier esperanza de poder corregir los desequilibrios alimentarios con una píldora.


La última confirmación procede del estudio Women’s health initiative, que ha valorado entre más de 36.000 mujeres, de 50 a 79 años, el papel de los suplementos en la protección frente a ciertos tipos de cáncer (de mama y colon) y enfermedades cardiovasculares. La investigación ha concluido que el consumo de vitaminas y minerales no ha modificado en absoluto la incidencia de estas enfermedades y tampoco la mortalidad. El mismo jarro de agua fría fue el estudio Select (Selenium and vitamin e cancer trial), que evaluó los efectos de estos suplementos sobre 35.000 hombres durante más de cinco años con resultados poco reconfortantes: no proporcionan ninguna protección contra el cáncer de próstata, al contrario. El ensayo fue suspendido porque el número de tumores aumentaba en vez de disminuir y crecían los casos de diabetes.


«El problema con los suplementos es que las dosis son excesivas. Incluso cuando se corresponden con la dosis diaria recomendada; no tienen en cuenta que, además, se ingieren alimentos y se acaba en sobredosis –advierte el epidemiólogo Franco Berrino–. Sin contar con que las dosis recomendadas por los organismos internacionales, como la OMS, son excesivas.» Si ya existe poco control de las reacciones adversas de los fármacos, en el caso de los suplementos es casi inexistente. Muchos se compran en el supermercado o por Internet, lo que dificulta su control. Pero hay datos. La Association of Poison Control Centers, asociación toxicológica americana, estudia los posibles efectos negativos de cualquier sustancia alimenticia. El número de casos vinculados a los complementos que registran se duplica cada año.
CARNEN GOMEZ en XLSEMANAL Nº 1.185

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