Un trabajo descubre
una de las claves de por qué el cuerpo humano cambia y envejece con el
paso del tiempo, más allá de la genética
- Imagen: piermario -¿Por
qué con la edad aparecen arrugas, los músculos se desgastan, el cerebro
se vuelve más ineficiente o aumentan las posibilidades de contraer
enfermedades? Desde hace tiempo los científicos tratan de entender qué
ocurre dentro del organismo cuando una persona cumple años. Si se
compara el ADN de un centenario y su bisnieto, no podrían encontrarse
indicios suficientes para distinguir quién es quién. Sin embargo, hay
aspectos que cambian más allá del genoma. En este artículo se constata
cómo el medio ambiente y ciertas elecciones de estilo de vida podrían influir de forma directa en el envejecimiento.
En un estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National
Academy of Sciences', en el que han participado diversos investigadores
como el español Manel Esteller (Institut Català d'Oncologia), se afirma
por primera vez que la
epigenética,
es decir, las influencias "escondidas" (no relacionadas con la
herencia) que provocan que un gen se active o se apague, tiene una
relación directa con el envejecimiento.
Además, cuando un gen se aviva o debilita de manera errónea se pueden
desarrollar patologías. El hallazgo, revelan los científicos, ofrece
información importante sobre los procesos moleculares que influyen en el
paso de los años y aporta la posibilidad de, algún día, poder revertir
este proceso.
Envejecimiento y epigenética
La epigenética es el interlocutor entre la genética y el ambiente y es
la responsable de las variaciones en la expresión escrita de los genes
Desde hace años, se cree que el ADN contiene toda la información
genética que cualquier persona hereda y que lo que un individuo haga a
lo largo de su vida no se transmite a sus hijos. La
epigenética,
sin embargo, propone que hay un sistema de control que provoca que los
genes se "enciendan" o se "apaguen", es decir, que influye de manera
directa en la genética. A partir de este sistema, todas las
experiencias ambientales
de los individuos, como su nutrición o el estrés, afectan a estos
interruptores genéticos que sí que se pueden heredar. En otras palabras,
el medio ambiente y las elecciones individuales pueden influir en el código genético de cada uno y en el de sus descendientes.
Así, la
epigenética puede considerarse el interlocutor
entre la genética y el ambiente y es la responsable de las variaciones
en la expresión escrita de los genes. Aunque estas modificaciones
dependan de condiciones externas y puedan heredarse, la información
genética no varía. Esto explica que, aunque dos personas sean
exactamente iguales, como ocurre con los gemelos monocigóticos, puedan
tener diferentes enfermedades ya que, a pesar de tener la misma
información genética, su organismo responde de forma diferente ante los
factores ambientales externos.
¿Influye la epigenética en el envejecimiento?
A lo largo de los años se pierden numerosos interruptores clave en la
regulación de los genes, ya sea para desactivar procesos peligrosos como
para activar barreras de protección
Según los investigadores de este trabajo, la
epigenética influye en el proceso de
envejecimiento.
Para sustentar esta afirmación, los autores se han centrado en el
estudio de las modificaciones epigenéticas que ocurren en el ADN de un
recién nacido y un anciano de 103 años. El estudio mostró que durante
los primeros años de vida hay un control muy destacado de los genes. No
obstante, al final de la vida, el epigenoma se distorsiona.
Por tanto, a lo largo de los años se pierden numerosos interruptores
clave en la regulación de los genes, tanto para desactivar procesos
peligrosos como para activar barreras que protegen del desarrollo de
patologías. Además, el envejecimiento molecular ha resultado ser más
destacado en ciertas regiones del organismo, como en aquellas que
participan en la respuesta inmunológica, la obesidad y el metabolismo o
las vías implicadas en la regulación del cáncer. Estos resultados
constatan que
la epigenética juega un papel crucial en el envejecimiento, ya que estos cambios entre diferentes edades afectan a una gran cantidad de genes.
Frenar el envejecimiento con la epigenética
A largo plazo, parece que sí es posible
alargar la vida, ya que
los cambios en los hábitos externos podrían alterar el epigenoma. Algunos estudios constatan que la
dieta
de una mujer embarazada puede afectar -en términos epigenéticos- el
riesgo de sufrir obesidad de su hijo. Por ejemplo, en términos de
estilo de vida, es sabido que el
ejercicio físico puede "apagar" los principales genes de obesidad.
Según los investigadores, el hallazgo tiene dos
líneas de aplicación.
Por un lado, en un futuro se podrían desarrollar pruebas para indicar
la edad biológica de una persona. Por otro, permitiría la creación de
posibles
tratamientos antienvejecimiento aprovechando
que el epigenoma puede regularse y modularse. Si se identifican los
factores epigenéticos involucrados en diferentes enfermedades, podría
intervenirse de forma directa en ellos de manera mucho más sencilla que
con los genes. De algún modo, se podría
modificar la epigenética para solucionar la mutación de un gen.
Nuevos tratamientos con la epigenética
Si bien las aplicaciones prácticas de la
epigenética ya se han podido comprobar en el
cáncer
(las alteraciones epigenéticas están relacionadas con el 90% de los
tumores), por primera vez un trabajo ha podido confirmar su influencia
en otras enfermedades distintas. Científicos británicos han demostrado
que las personas con
artrosis
experimentan un cambio epigenético que, a su vez, está asociado a
modificaciones en el gen implicado en la destrucción del tejido del
cartílago. Sus investigaciones han sido publicadas en fechas recientes
en la revista de la Federation of American Societies of Experimental
Biology.
De forma paralela, científicos de la Universidad de Sichuan (China) y de
la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.) han descubierto
dos genes modificables en términos epigenéticos que determinan si las
células madre de la célula ósea se convierten o no en células óseas.
Poder controlar este proceso es una vía prometedora para desarrollar
nuevas terapias de medicina regenerativa para dolencias como la
osteoporosis.