AUTOESTIMA

lunes, 14 de marzo de 2011

ALOE. ALGUNAS PROPIEDADES


Desde tiempos muy remotos, el áloe ha formado parte de los remedios más preciados debido a su capacidad para curar todo tipo de heridas. Ya en el año 2100 a.C., una tabla de arcilla sumeria explica sus virtudes; se ocupa de él el famoso papiro de Ebers, hacia el 1550 a.C.; y también aparece citado en la Biblia. Todas las grandes culturas han conocido y disfrutado de esta planta, para la que no han escatimado elogios sobre sus propiedades rejuvenecedoras. Los egipcios la denominaban «planta de la inmortalidad»; los indios, «la sanadora silenciosa»; para los sumerios era «la planta de la virtud mágica»; en la antigua China se la conocía como «el remedio armonioso»; «azucena del desierto» entre los tuareg; «elixir de la longevidad» para los rusos; los indios seminolas de Florida la llamaban «fuente de la juventud»; «elixir de Jerusalén» los templarios; y «sanadora natural» y «planta del milagro» los monjes medievales.

También los grandes hombres y mujeres de la Antigüedad alabaron las virtudes de esta planta. El rey Salomón la cultivaba debido a sus propiedades terapéuticas; Nefertiti y Cleopatra, las dos reinas egipcias, la utilizaban para resaltar su belleza; Alejandro Magno fue incluso más allá y, siguiendo el consejo de su maestro Aristóteles, llegó a conquistar una isla (Socotra, en el Océano Índico) en la que el áloe se cultivaba en grandes cantidades, ya que sus soldados lo necesitaban para curarse las heridas.

Incluso ha estado presente en algunos acontecimientos relevantes de la Historia. En su diario de navegación, Cristóbal Colón anotó: «Todo está bien, hay áloe a bordo». También hizo otra acotación: «Cuatro vegetales son indispensables para la salud del hombre: el trigo, la vid, el olivo y el áloe. El primero lo nutre, el segundo le alegra el espíritu, el tercero le aporta armonía y el cuarto lo cura». Más cercano a nuestra época, Mahatma Gandhi declaró: «¿Me pregunta qué fuerzas secretas me sostuvieron durante mis largos ayunos? Pues fueron mi gran fe en Dios, mi estilo de vida simple y frugal y el áloe, del cual descubrí sus beneficios al final del siglo XIX, cuando llegué a Sudáfrica».

A pesar de esta larga tradición, no ha sido sino hasta hace un par de décadas cuando el áloe ha atraído el interés de científicos de todo el mundo, estimulados, principalmente, por la industria cosmética, que encontró en esta planta, en concreto en el áloe vera, uno de los mejores remedios para aliviar diferentes afecciones de la piel. Posteriores investigaciones han hallado que otra subespecie, la arborescens, es incluso más eficaz para combatir trastornos relacionados con el sistema inmune, incluyendo el cáncer.

Cáncer de próstata

En 2001, un grupo de científicos italianos, encabezados por el doctor Libertario Raffaelli, llevó a cabo un estudio con 31 pacientes con tumores de próstata y otros 29 con otras patologías urológicas, a los que se les suministró un preparado estándar de áloe arborescens. Los datos preliminares de dicho estudio, que acaban de ser presentados en Expovital, muestran una disminución de las infecciones urinarias difíciles, la remisión de tumores en tres de los pacientes oncológicos y una estabilización de la enfermedad en el resto.




A estos beneficios terapéuticos hay que añadir, según el doctor Raffaelli, la práctica ausencia de efectos secundarios: «La tolerancia ha sido óptima, con un solo caso de problemas gástricos y otro de náuseas». Sin embargo, como otros productos que contienen antraquinonas (con efectos laxantes y purgantes), el áloe está contraindicado durante el embarazo y la lactancia. Además, señala el doctor Raffaelli, es necesario prestar especial cautela o consultar al médico en caso de dismenorrea, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, apendicitis u otras enfermedades inflamatorias intestinales, dolor abdominal de causa desconocida, insuficiencia renal y trasplantes o transfusiones recientes.

Las posibilidades de esta variedad del áloe en urología están empezando a despuntar, destaca el doctor Raffaelli: «El interés por el áloe arborescens en urología como inmuno-regulador, antioxidante y antitumoral es muy reciente y surgió a partir de la publicación de un libro del padre Romano Zago, en el cual se le describe como una ‘cura’ de tumores prostáticos y vesicales. Las características antibacterianas de la planta la convierten en interesante para la cistitis y la prostatitis, mientras que su poder antioxidante puede ser útil desde el punto de vista andrológico (fertilidad y sexualidad) y en patología degenerativa, como la cistitis intersicial (inflamación crónica de la pared de la vejiga)».

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