AUTOESTIMA

lunes, 21 de septiembre de 2009

BENDECIR



Bendecir -bien decir- significa tomar conciencia de la belleza omnipresente, oculta a los ojos materiales. Bendecir es activar la LEY UNIVERSAL DE ATRACCIÓN que, desde lo más profundo del Universo, traerá a nuestra vida, exactamente, lo que más necesitamos en el momento presente para crecer, avanzar y ser felices.

Al despertar bendice tu jornada, porque ya está desbordando de una abundancia de bienes que tu bendición hará aparecer.

Porque bendecir significa reconocer el bien infinito que forma parte integrante de la misma trama del Universo.

Ese bien lo único que espera es una señal tuya para poder manifestarse.

Cuando te cruces con una persona, por la calle, en el autobús, en tu lugar de trabajo, bendecid a todos, puesto que, la paz de vuestra bendición será la compañera de su camino y el aura de su discreto perfume será una luz en su itinerario.

Bendecid a todos cuantos os encontréis. Derramad vuestra bendición sobre su salud, su trabajo, su relación con Dios, con ellos mismos y con los demás.

Bendecidlos en sus bienes y en sus recursos.

Bendecidlos de todas las formas imaginables. Esas bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de vuestra propia vida.

Mientras paseáis bendecid vuestro pueblo, vuestra ciudad, bendecid a quienes la gobiernan y a sus educadores, a sus enfermos y a sus barrenderos, a sus sacerdotes, a sus prostitutas. Cuando alguien os muestre la menor cólera, agresividad o falta de bondad, responded con una bendición silenciosa. Bendecidlos de modo sincero, porque esas bendiciones son un escudo que os protege de la ignorancia de sus maldades, y cambia de rumbo la flecha que os han disparado.

Bendecir significa desear y querer el bien ilimitado -para los demás y para los acontecimientos de la vida- de modo incondicional, totalmente y sin reserva alguna, haciéndolo aflorar de las fuentes más íntimas de vuestro ser. Esto significa venerar y considerar con total admiración, lo que es siempre un don del Creador, sean cuales sean las apariencias.

Bendecir significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo. Es pensar en él con profundo reconocimiento, evocarle con gratitud. Significa llamar a la felicidad para que venga sobre él. Nosotros no somos la fuente de la bendición sino los testigos gozosos de la abundancia de la vida.

Bendecidlo todo, bendecir a todos. Es la forma suprema del don, porque aquellos a quienes bendecís nunca sabrán de don de les vino aquel rayo de Sol que de pronto rasgó las nubes del cielo y por tanto, tú raras veces será testigo de esa luz que ha iluminado su vida.

Si en tu jornada surge algún suceso inesperado que te desconcierta y hecha por tierra tus planes, explota en bendiciones, porque entonces, la vida está apunto de enseñarnos una lección, aunque su copa pueda parecernos amarga. Porque ese acontecimiento que creemos tan indeseable, de hecho lo hemos suscitado nosotros mismos para aprender la lección que se nos escaparía si vacilásemos a la hora de bendecirlo. Las pruebas que nos trae la vida son bendiciones ocultas. Legiones de ángeles siguen sus huellas.

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