AUTOESTIMA

miércoles, 15 de febrero de 2012

War horse


War horse
Título Original: War horse
Título: Caballo de batalla
Dirección:
Steven Spielberg
Países:
USA y Reino Unido
Año:
2011
Género:
Drama, bélico
Interpretación:
Jeremy Irvine, David Thewlis, Emily Watson, Toby Kebbell, David Kross, Peter Mullan, Niels Arestrup, Eddie Marsan, Benedict Cumberbatch, Tom Hiddleston, Celine Buckens
Guion:
Lee Hall y Richard Curtis; basado en la novela de Michael Morpurgo
Producción:
Frank Marshall y Steven Spielberg
Música:
John Williams
Fotografía:
Janusz Kaminski
Montaje:
Michael Kahn
Diseño de producción:
Rick Carter
Vestuario:
Joanna Johnston
Distribuidora:
The Walt Disney Company Spain
Estreno en España: 10 Febrero 2012.

Sinopsis

War horse (Caballo de batalla), basada en una novela de Michael Morpurgo, nos contará la extraordinaria historia de amistad que surge entre el joven Albert y un caballo llamado Joey, separándose sus caminos a causa de la Primera Guerra Mundial. El padre de Albert vende a Joey a la caballería del ejército británico para luchar en el frente. Joey será testigo de un extraordinario periodo de la Historia con la Gran Guerra como trasfondo. A pesar de los obstáculos que encuentra en su camino, su coraje será fuente de inspiración para todos los que se cruzan con el noble animal. Albert no puede olvidar a su caballo y abandona su hogar para luchar en los campos de batalla de Francia. Allí busca incansablemente a su amigo para traerlo sano y salvo a casa.

Críticas

[Mª Ángeles Almacellas. CinemaNet]

War Horse (Caballo de batalla) está ambientada en la Inglaterra rural, aunque la mayor parte de la acción transcurre en campos de batalla de Europa, durante la Primera Guerra Mundial. La película comienza con el relato de la extraordinaria amistad entre un magnífico caballo pura sangre llamado Joey y Albert, su joven dueño, encargado de domarlo y entrenarlo. El caballo es apartado de su dueño y pasa a ser propiedad del ejército británico que sale hacia el frente de combate. A partir de ese momento, la película sigue las peripecias del animal a través de territorios en guerra, cómo va pasando por distintas manos, en territorio inglés, en zona alemana o en tierra de nadie.
El hilo conductor del argumento es el viaje del animal en pleno conflicto bélico, pero, a pesar de que el protagonista de la película es un caballo, su relación con los distintos personajes mantiene vivo el interés del espectador.
Spielberg no elude presentar el horror de la guerra, la tormenta de sangre y fuego que asola los campos de Europa. «En la guerra todos perdemos todo», se repite. Sin embargo no se detiene en los aspectos más sórdidos e inhumanos. La muerte y la destrucción están presentes, pero hay un tono épico, de defensa del honor y la patria, de fidelidad al rey y de confianza en Dios.
La película es de una gran belleza y retiene en todo momento el interés y hasta la tensión del espectador, pero lo más interesante de War Horse lo constituyen los valores que encarnan cada uno de los personajes que tienen relación directa con Joey. El padre de Albert, héroe de guerra, pero que no asume que la violencia sea la solución a ningún conflicto y lleva la amargura de haber matado, aunque fuera en defensa de una causa noble. La madre, que ama a su marido y se esfuerza en comprenderlo. Albert, que no escatima esfuerzos y perseverancia por ayudar a sus padres y salvar a su caballo. El oficial que compra el caballo, sensible a la amistad y al dolor del joven Albert, y fiel a su palabra. Los adolescentes divididos entre el amor a la patria y la fidelidad a la promesa hecha a la madre. El abuelo que cuida de su frágil nieta. El soldado alemán que se ocupa cuanto puede de Joey. Los dos valientes soldados, en tierra de nadie, hermanos en su actitud generosa. Los compañeros solidarios, con los sentimientos de Albert… Y en todos ellos, un profundo sentido religioso, que da el vigor para adentrarse heroicamente ante las trincheras enemigas, musitando entre labios temblorosos: «El Señor es mi pastor, nada me falta…»
Spielberg muestra la guerra en gran angular, como la maravillosa carga de la caballería o el fuego de los cañones retumbando con estrépito. Pero se acerca en zoom a cada uno de los personajes, seres de carne y hueso, palpitantes de humanidad, que creen en Dios, aman a su patria y la defienden, pero no se sienten enemigos de nadie, sino hermanos. Así la película resulta un magnífico relato épico, pero es, sobre todo, un canto a la humanidad, a la amistad y a la capacidad de esfuerzo, renuncia y sacrificio por el bien de los demás.

[decine21]

Mañana, en la batalla, relincha por mí
Vísperas de la Primera Guerra Mundial en Inglaterra. El tozudo Ted Narracott se empeña en comprar un caballo pura sangre para las tareas de su granja pagando un elevado precio, por una estúpida rivalidad con el terrateniente que le arrienda sus tierras. Su joven hijo Albert se ocupará de domar a Joey para lograr lo que parece imposible, que sea capaz de arar un campo. Las dificultades económicas obligarán a vender al caballo al ejército, el primer paso de un emocionante periplo para el animal, que se prolonga a lo largo de toda la contienda.
Notable adaptación de la novela de Michael Morpurgo, que estaba narrada con talento desde el punto de vista del caballo del título. Steven Spielberg y sus dos guionistas Richard Curtis y Lee Hall han renunciado a intentar trasladar esta óptica a la pantalla, un desafío del que seguramente podían haber salido escaldados, lo que no obsta para que en un buen puñado de escenas Joey sea protagonista principal, y exista una clara fidelidad al original. De modo que el film sigue un enfoque más tradicional, en la línea del western Winchester 73, en que vemos cómo el caballo pasa por distintas manos que se ocupan de él, la primera de ellas y la más importante la del joven Albert. Ello permite presentar distintos escenarios y personajes donde cambia el tono, pero siempre está presente la humanidad, seres de carne y hueso con ilusiones, y que al tiempo sufren diversas penalidades: los padres sufridores, el oficial de palabra, los adolescentes obligados a alistarse, el cuidador de caballos, el abuelo que se ocupa de su nieta enferma… Hay acierto en un reparto sin grandes estrellas pero sí con grandes actores.
No se hurta el horror de la guerra y el inevitable miedo, pero no hay regodeo en mostrar sus peores efectos, prevaleciendo en cambio el tono épico, la idea del cumplimiento del deber y de la lucha como «brothers in arms», en el combate todos son hermanos aunque hayan podido tener diferencias. Ayuda mucho a la atmósfera la formidable partitura musical de John Williams. En realidad gran parte del equipo habitual de Spielberg -el director de fotografía Janusz Kaminski, el montador Michael Khan, la productora Kathleen Kennedy…- ayudan a que la ambientación sea perfecta.
Hay mucha cinefilia y maravilloso clasicismo en el film de Spielberg, mucho más logrado que su otro trabajo de 2011, la tarea imposible de llevar Tintín satisfactoriamente a la pantalla grande. Enmarcan el film pasajes deudores de John Ford, el desafío en la granja del primer acto, o la escena con el sol poniéndose con que se llega al final. Pero entre medias hay guerra, mucha guerra, la maravillosa carga de la caballería, o las trincheras que nos retrotraen a Stanley Kubrick y sus Senderos de gloria. Hay momentos maravillosos, que sólo el talento de un gran cineasta sería capaz de pasar satisfactoriamente del papel a la pantalla: destaca esa versión equina de la tregua de Feliz Navidad, o aquel que no es cuestión de destripar y que podríamos calificar de «milagroso», con un «ciego que ve» y un incrédulo que no mete las llagas en ningún costado como Santo Tomás, pero casi.

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