Con tan solo unas pocas películas, el director británico
Tom Hooper ha demostrado su capacidad para meterse al público en el bolsillo.
La audiencia conecta inmediatamente con su cine, y eso es algo en la actualidad
difícil de conseguir para cualquier autor que se precie. Las razones de este
vínculo entre pantalla y espectador probablemente haya que buscarlas en la
habilidad del director para realizar un cine muy sencillo y directo, de
emociones muy puras que inmediatamente consigue lo que se propone en el patio
de butacas, llevando al espectador de la risa al llanto y estableciendo una
complicidad absoluta con los personajes. Así ocurre en 'Los Miserables', su
nueva película, una imponente superproducción que nos traslada a la época
dorada del musical para adaptar una de las obras más importantes del género que
ha tenido el récord de permanencia en cartel primero en el West End londinense
y después en Broadway. Basada a su vez en la novela de Victor Hugo del mismo
título, la película nos introduce en una Francia abatida por el hambre y la
pobreza que tiene que sufrir bajo el yugo de un monarca ajeno a las necesidades
de su pueblo. La Revolución Francesa no consiguió erradicar las diferencias
sociales ni paliar las necesidades básicas de los ciudadanos. El film comienza
precisamente unos años después, en 1815 y utiliza como leitmotiv el
enfrentamiento entre dos hombres: Jean Valjean y el inspector de policía
Javert, el primero un símbolo de la miseria de un pueblo que intenta escapar a
su infortunio pero no puede, y el segundo una representación del poder opresor
de un régimen monárquico que utiliza la tiranía y la represión para tener a sus
súbditos bajo la dictadura del terror y también del poder religioso, que bajo
el amparo de proteger el orden moral, era capaz de emprender las mayores
atrocidades.
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